LO ORIGINAL DE UNA CHIVA
La producción de imágenes artísticas se vio afectada desde el
momento en que se origina una gran transformación en las condiciones
tecnológicas e ideológicas en la vida del individuo. La reproductibilidad
técnica como lo escribió Walter Benjamin, afectó la producción artística como
se venía realizando tradicionalmente. La originalidad fue uno de los
cuestionamientos que se produjo en el momento que fue posible la multiplicidad
de imágenes. En este sentido los artistas dejaron de crear piezas donde lo
irrepetible fuera algo fundamental a la hora de realizar sus formas artísticas.
Pero, lo original se trasladó del mundo del arte hacia las practicas sociales y
económicas de la moda. Estas prácticas del vestir donde el diferenciarse del
otro para aparentar un elevado nivel económico o el adquirir piezas originales
y no imitaciones, están determinadas por el mercado y masificadas por la
publicidad.
El ejercicio de realizar dos pinturas con la misma imagen
(zapatillas Adidas) pero diferenciados por la marca del zapato, quiere poner en
el mismo lugar la lucha de los dos conceptos “original y copia” que ha
trabajado el arte durante siglos, pero a su vez se pretende visualizar la
apropiación de estos conceptos por parte de las grandes industrias económicas
para poder vender masivamente mensajes de diferenciación social a través de la
indumentaria. Asimismo, el ejercicio pictórico presenta esa tensión que hay
entre los poderes económicos legales e ilegales que luchan por acaparar los
mercados, donde lo original se vuelve una adquisición preponderante y autentica
y la copia como lo diría Bourdieu sería una manera de parecerse o imitar a
quien tiene la posibilidad de comprar originales. La pintura imitativa en este
ejercicio se vuelve una metáfora de la manera como trabaja el mercado ilegal,
que saca al mercado global reproducciones de vestuarios con la misma apariencia
de los originales, pero con la diferencia que en este acto no se sabe quién
copia a quien o cual de los dos es el original o Lo chiviado.
LA OTRA CARA DE LA MODA
La lectura del cuerpo como tema principal
en la historia del hombre occidental aparece en la modernidad, cuando la razón
cambia del teocentrismo al antropocentrismo. Desde este momento con la
aparición de la burguesía el cuerpo del hombre se empieza a preocupar no solo
como ser que pertenece a una naturaleza, sino como ente que está definido
individualmente pero también mediado por sus semejantes. Esta burguesía quien
también es la responsable de la aparición de la moda, logra instaurar en las
sociedades de clase más baja a través del capitalismo el deseo de imitar o
verse como las personas más acomodadas, estos juegos de emulación y distinción
resultaron funcionales para el desarrollo del sistema capitalista porque
favorecieron el consumo. En el siglo XIX Francia e Inglaterra eran los países
que determinaban las tendencias de moda que requerían la aristocracia y la
burguesía para distinguirse de las clases populares. Las nuevas demandas
requirieron de la creación de almacenes de moda y revistas especializadas en
ropa. Estas revistas poco a poco fueron influenciando a las personas en cómo se
deben ver y establecieron nuevos parámetros corporales determinados por el
capitalismo. Ahora en el siglo XXI con las nuevas tecnologías las revistas de
moda tratan de vender productos o menjurjes que son capaces de detener el
tiempo, que pasa sobre los cuerpos en proceso de envejecimiento, le venden al
público a través del miedo a perder la juventud o verse ante los demás “menos
bellos” la fórmula de “verse bien” aconsejando peinados, vestidos, perfumes
etc.
La otra cara de la moda, lo que quiere es
darle la vuelta al sentido de la revista, quiere transportar la ficción que
estas crean a la realidad de la existencia, busca tomar los códigos
publicitarios y la carga simbólica que tiene la revista para cuestionar las
concepciones que estas crearon sobre lo bello. Con esta intervención se hace lo
que los productores de la imagen realizan con los retoques en photoshop, pero
utilizado a la inversa, ya no se quiere ocultar el paso del tiempo, lo que se
quiere es hacerlo evidente o intensificarlo para poder alterar la idea banal de
belleza que creó el capitalismo a través de la moda.